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domingo, 8 de noviembre de 2020

Spacio K: La Muerte como explosión de vida



La muerte es un hecho que duele siempre. Es un acontecimiento, en el cual, pareciera que todo se desvaneciera y esa desaparición de las cosas y de la vida misma, a casi todos, causa temor y terror. Para algunos, es un mal irremediable, para otros, hablar sobre la muerte o pensar hacia ésta de manera diferente pudiera interpretarse como ser “falto de misericordia”. También, habrá para quienes la muerte sea un proceso duro de aceptar y sólo se considere como alternativas la negación y la frustración.

Pero, dejar de admitir la existencia de la muerte, en cualquier nivel, es negar la naturaleza básica de la condición humana. En el ámbito de la psicología, la vida y la muerte son momentos que se fusionan, ambas experiencias forman parte de un conjunto, de un hecho indiscutible que late constantemente como la existencia de las dos caras en una misma moneda. Manilio dice: “Estamos muriendo desde el nacimiento: el final está presente desde el principio".

Para el filósofo Heidegger: "La muerte puede salvar al hombre". ¿Cómo salva al hombre la idea de la muerte? Y ¿De qué le salva? Luego de haberla estudiado, pudo constatar que "la muerte puede actuar existencialmente como una espoleta que hace saltar al hombre de una manera de existir a otra superior". La espoleta es un dispositivo que provoca la explosión de los proyectiles, entonces, haciendo un símil la muerte pudiera ser como aquel artefacto que provoca explosión de vida y la salva de la indiferencia, de la apatía y del constante pesar.

Luego de casi tres siglos, lo que hoy en día pudiera actualizarse sobre este estudio de la muerte, es que en lugar de ser una sentencia irrefutable que invade la existencia de pesimismo como cataclismo, es una fuerza poderosa que puede actuar como catalizadora para impulsar un modo de vida más auténtico, menos lleno de esclavitud por lo pasajero y con más carga de libertad y trascendencia traducida en responsabilidad, donde la conciencia de tener límites le sume valor al tiempo presente, porque como canta Juanes "la vida es un ratico".

Entonces, lo dicho por Heidegger puede dar razón de cómo es que muchos pacientes desahuciados han aprovechado la crisis y el peligro que entraña la proximidad de la hermana muerte para empezar a cambiar y se evidencia en ellos actitudes como: 
1. Reestructuran las prioridades de la vida: trivializan lo trivial. 
2. Aumentan su sentido de liberación: eligen solo dedicar tiempo para hacer lo que desean hacer. 
3. Realzan la vida en el presente inmediato. Dejan de posponer las circunstancias para cuando llegue la jubilación y para cuando haya tiempo en el momento futuro. 
4. Desarrollan un profundo aprecio por los acontecimientos elementales de la existencia: disfrutan la puesta de sol, el roce del viento, la sola presencia de los árboles, la elocuencia de las montañas, la bendición de la lluvia, el último cumpleaños o la posible última Navidad. 5. Profundizan en la comunicación con las personas amadas. 
6. Manifiestan menos temores al fracaso, menos miedo al rechazo y asumen más posibilidades de arriesgarse. 

Que maravilloso! Hasta la muerte posee un valor educativo! y no todo en ella es malo; saca de todos lo mejor, apalanca en la sinceridad y en la autenticidad. Con razón sostiene Gevaert: “El hombre quiere vivir y por eso se pone a trabajar para evitar lo inevitable".  

¿Debe considerarse la muerte como una derrota definitiva o hay que decir más bien que la esperanza es más grande que la muerte?. La esperanza es la virtud del aliento, "es la confianza en lograr una cosa". Se puede vivir presintiendo que el fin ha llegado, pero la esperanza siempre dirá que de las flaquezas se saca fuerza y es preciso levantarse, sin importar cuántas veces.

Una historia: 
Dani Vidal perdió el brazo izquierdo y parte del derecho cuando era pequeño a causa de una descarga eléctrica. En aquel entonces, fue como si la muerte lo retara. Sobrevivió a aquella lucha y años posteriores, consciente de su restricción, tuvo un sueño: el de cruzar nadando los 18 kilómetros del estrecho de Gibraltar. En aquel momento él afirmaba que solo tenía dos posibilidades, o quejarse y amargarse la vida o luchar y hacer lo que quería. Su elección fue proyectar su futuro: “La gente tiene que darse cuenta que la meta está allá , donde uno mismo la quiera colocar”. ¿Qué hizo Dani? Se vio llegando al otro lado y así mismo fue como cruzó el estrecho en seis horas y veinte minutos. Vidal es campeón paralímpico de natación. 

Con razón dice otro gran hombre de la historia, Pablo de Tarso: "¿Muerte dónde está tú victoria? ¿Dónde está tu aguijón? Hay que vivir como lumbreras del mundo, mostrando siempre una razón para vivir. El día en que se logren los sueños será el argumento para probar que el trabajo realizado no fue inútil". 

Ánimo! Hasta el próximo encuentro.

Marielisa Pacheco Montilla. 
Licenciada en Psicología Mención Clínica.   


Bibliografía
 1. León, F.: Antropología Filosófica. Valencia, Venezuela. Universidad de Carabobo. 2003
2. Forés, A. y Grabé, J.: La Resiliencia. Crecer desde la adversidad. Barcelona, España. Plataforma Editorial. 2008 
3. Yalom, I.: Psicoterapia Existencial. Nueva York. Editorial Herder. 1980
4. Cartas de San Pablo.

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