En un jardín de matorrales, entre hierbas y maleza, apareció como salida de la nada una rosa blanca.
Era blanca como la nieve, sus pétalos parecían de terciopelo y el rocío de la mañana brillaba sobre sus hojas como cristales resplandecientes.
Ella no podía verse, por eso no sabía lo bonita que era, todos estaban pendientes de ella y de su perfección: su perfume, la suavidad de sus pétalos, su armonía.
No se daba cuenta de que todo el que la veía tenía elogios hacia ella.
Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín y vio que la rosa empezaba a marchitarse, entonces se dijo: la llevaré a casa y la pondré en un lindo jarrón de cristal de colores, y lo acercó a la ventana.
Su reflejo en la ventana mostraba a la rosa un retrato de ella misma que jamás había llegado a conocer. -¿Esta soy yo? ¿Toda marchita?
Cuando ya estuvo totalmente restablecida vio, mirándose al cristal, que era una hermosa flor, y pensó: ¡¡Vaya!! Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan ciega?
¿Qué valores destaca el cuento?
La autoestima: es la capacidad de reconocer los atributos que poseemos y ponerlos al servicio de buenas obras.
La capacidad de asombro: es la posibilidad de descubrir, todos los días, nuevas cosas para ser feliz.
Escrito por la psicólogo Marielisa Pacheco
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