Por años, hemos creído que la acción de orar sólo se puede visualizar dentro de un templo y que es requerimiento exclusivo de la práctica de una religión, a bien de lo positivo de ésta última palabra; clarificando que religión se refiere a la acción de "religarse", es decir, de refugiarse, de re-conectar, o re-leerse y re-conocerse a partir de la existencia de un ser que es superior a la condición humana.
Es que la existencia humana está vinculada a una dimensión espiritual. Queramos o no, se trata de una necesidad ineludible del ser humano, como lo puede ser la inclinación a la música, a la filosofía o a la poesía.
Por ejemplo, gracias a la tecnología, existen evidencias científicas sobre el origen de la relación entre neurología y la espiritualidad. Los trabajos de Herbert Benson, un cardiólogo de la Harvard Medical School, nos hablan de ello y nos indican que la oración y meditación pueden modificar la estructura del cerebro favoreciendo la salud, no solo mental, sino también fisiológica.
Es que en la oración, como acto de consentir la presencia de Dios puede hasta ocurrir una especie de terapia divina, que purifica la estructura psíquica llamada inconsciente y la libera de obstáculos.
Incluso, en la oración pueden "ablandarse" y "evacuarse" aspectos almacenados en nuestros cuerpos y en nuestra mente, potencialmente, dañinos para la salud.
El poder de la oración es algo que supera a la ciencia misma, pero ésta no deja de evidenciar sus beneficios: ayuda a relajar el sistema nervioso, a rebajar la presión arterial, a mejorar la salud del corazón, a prolongar la vida, además de dar felicidad y de generar el sentimiento de estar más cerca de una entidad trascendente.
¿Te atreves a orar? Siéntate en un lugar cómodo; que no sea en el chinchorro. Espalda recta, glúteos firmes, pies apoyados en el suelo, manos sobre las piernas. Pon modo avión en tu cel; apaga todo lo que haga ruido. Cierra los ojos, ayúdate con la respiración, y en silencio déjate inundar por la presencia de Dios que te abraza amorosamente. Quédate así por 5 minutos y finaliza recitando lentamente la oración del Padrenuestro.
Hasta el próximo lunes. Bendecida semana.
Marielisa Pacheco Montilla.
Licenciada en Psicología Mención Clínica
Boconó Estado Trujillo.
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