Ramón era el tipo duro del colegio porque su papá era un tipo duro. Si alguien se atrevía a desobedecerle, se llevaba una buena. Hasta que llegó Víctor. Nadie diría que Víctor o su padre tuvieran pinta de duros: eran delgaduchos y sin músculo.
Pero eso dijo Ramón a Víctor cuando fue a asustarle: ¡Hola niño nuevo! ¡Que sepas que aquí quien manda soy yo, que soy el tipo más duro! Le respondió Víctor: ¡Puede que seas tú quien manda, pero aquí el tipo más duro soy yo! Así fue como Víctor ganó la primera paliza.
La segunda llegó el día que Ramón quería robarle el bocadillo a una niña. Le dijo Víctor: ésta niña no te dará su bocadillo.
La tercera paliza llegó cuando fue él mismo Victor quien no quiso darle el bocadillo a Ramón. ¡Los tipos duros como mi padre y yo no robamos! ¿y tú quieres ser un tipo duro?
La valentía de Victor para defender a los más débiles comenzó a impresionar al resto de compañeros, pronto se convirtió en un niño admirado. Comenzó a estar siempre acompañado por muchos amigos, de forma que Ramón cada vez tenía menos oportunidades de pegar y atacar a los niños, y cada vez menos niños tenían miedo de Ramón. Niños y niñas valientes copiaban la actitud de Víctor, y el patio del recreo se convirtió en un lugar mejor.
Un día, a la salida, el gigantesco papá de Ramón le preguntó quién era Víctor: ¿Y este delgaducho es el tipo duro que hace que ya no seas quien manda en el patio? ¡Eres un inútil! ¡Te voy a dar yo para que te enteres de lo que es un tipo duro!
No era la primera vez que Ramón iba a recibir una paliza, pero sí la primera que estaba por allí el papá de Víctor para impedirla. Los tipos duros como nosotros no pegamos a los niños.
El papá de Ramón pensó en atizarle, pero observó que aquel hombrecillo delgado estaba muy seguro de lo que decía, y que varias familias estaban allí para ponerse de su lado. Además, después de todo, tenía razón, no parecía que pegar a los niños fuera propio de tipos duros.
Fue entonces cuando el papá de Ramón comprendió por qué Víctor decía que su padre era un tipo duro: defendía lo que era correcto. Él también quería ser así de duro, de modo que aquel día estuvieron charlando toda la tarde y se despidieron como amigos, habiendo aprendido que los tipos duros lo son sobre todo por dentro, porque de ahí surge su fuerza para con valentía luchar contra las injusticias. El colegio terminó por llenarse de tipos duros, pero de los de verdad: los capaces de defender lo que está bien y de oponerse a lo que está mal.
Este cuento nos habla de valores como la valentía, la solidaridad, la justicia, el buen ejemplo y la amistad.
¿Cuál es la enseñanza que deja en tí? ¿Qué sueño de hacer el bien surge en tu corazón? ¡Compártenos tu opinión!
Producido por:
Marielisa Pacheco Montilla.
Licenciada en Psicología Mención Clínica
Original de:
https://www.cuentosparadormir.com.
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