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lunes, 18 de enero de 2021

Spacio K: "Me enamoré de un hombre casado"



Eran dos amigas. La primera, era una mujer soltera, trabajadora, joven, con un poder adquisitivo y estatus social de clase media baja, pero con muchos deseos de progresar. La segunda mujer, estaba casada, tenía un hijo, compartía con su esposo una intimidad y una vida sexual adecuada.

Un día, por separado, conocieron a un hombre. Ellas se identificaron con estos caballeros, empezaron a compartir intereses, mensajería telefónica, chateo por redes sociales privadas. Más adelante, llamadas y encuentros sexuales a escondidas. Las dos mujeres, cada una, con sus historias individuales a cuestas, sentían que aquellos hombres les leían el pensamiento, terminaron por sentirse atraídas, confundidas y ennredadas en una pasión que las encendía, las llenaba de vida.

Las dos amigas tenían un secreto en común: se habían enamorado de hombres casados y la distancia entre sentirse atraídas y terninar con aquel sentimiento empezado, se había acortado.

Querido lector, casos y literatura prolífica sobre ésta modalidad de vinculación afectiva o dependencia emocional, son comunes en la sociedad, en todas las épocas y también, hoy en día. Lo normal, es denominarlas como relación amorosa extramatrimonial o extraconyugal, triangulación amorosa, adicción afectiva y en nuestra cultura popular, se usan las etiquetas de “queridas” o “amantes”.

Pues, a esta modalidad se le acuña el término "Síndrome de Fortunata”, donde el referente literario y fuente inspiradora es la novela de _Benito Pérez Galdós:_ "Fortunata y Jacinta" (1887).

La mujer, con el síndrome de Fortunata, experimenta:

1. Presencia de un sentimiento de amor intenso, repetido y persistente hacia un hombre casado con otra mujer.

2. Actitud desapegada en cualquier otra relación que no sea la establecida con ese hombre.

3. Capacidad para dejar atrás cualquier situación vital, de abandonar todo o asumir cualquier riesgo siempre que se lo pida ese hombre.

4. Creencia de que la vida no tiene sentido o carece de alicientes si no está con ese hombre.

5. Creencia de que es ella la que, en el fondo, tiene más derecho a estar con el hombre aunque no se le reconozca social o legalmente; opinión de que eso sería “lo justo”.

6. La creencia anterior se refuerza si ha tenido hijos con el hombre. O manifiesta deseos intensos de tenerlos si no los ha concebido y procura conseguirlo.

7. Ambivalencia de sentimientos hacia la mujer legítima socialmente (a veces rencor y desprecio, y otras veces comprensión, empatía y proximidad).

8. Creencia de que el amor es el responsable de esta situación, y justificación ante sí misma y ante los demás de la perpetuación de la relación por esta razón.

9. Fantasías optimistas de un futuro junto al hombre, pues imagina que algo sucederá para cambiar la situación y convertirse en la mujer que tenga la relación exclusiva, lo que le lleva a tolerar la presente coyuntura durante años. Casi nunca se cumple.

En lo cotidiano, encontramos que el desvincularse de una relación con las características ya mencionadas es una decisión personal, que atraviesa por el ejercicio de la libertad, de la responsabilidad y de la voluntad. Cabría preguntarse ¿Para qué quiero un tipo de relación así? ¿Por soledad? ¿Baja autoestima? ¿Patrones distorsionados de apego? ¿Conformismo? Las respuestas son muy personales y diversas.

Hoy en día, una de las mujeres, de la historia narrada en el principio, ha decidido recibir el acompañamiento psicologico. Lo importante es que se ha dado la oportunidad de salir de éste meollo desde una decisión libre y sin presiones. Ella ha hecho consciente que su terapia será de larga duración, que ameritará el compromiso sostenido, la implicación y siendo bastante realista, sabe que habrá ocasiones en que dará la vuelta atrás y volverá a caer en los brazos de ese hombre casado. Pero, ella también, reconoce que la procesión interna ha sido de intensa tristeza, frustrante y que ese hombre, no dejará a su esposa para elegir por ella y ella, no es de las mujeres que quiere ser "la otra" por el resto de su vida. Por eso prefiere, tomar la decisión a tiempo. Algo terrible: ha experimentado, repetitivamente, sentimientos de suicidio.

Esa mujer que ha dado el paso, te fortalece con estas palabras que te manda a decir, si, tú quien me lees, estás atravesando por algo parecido:
"Regálate la experiencia de darte el lugar que te corresponde desde la propia dignidad. Apréciate, valórate, aprende a asumir la vida como un regalo de Dios que debe cuidarse. No juegues a ser valiente ni dependiente. Tú puedes salir adelante por tus propios medios. Anticípate a ser consciente de los peligros y las desavenencias al exponerte frente al exceso de confianza e impulsividad. Podrías hacerte daño a tí, a las personas que te rodean y cargar con un peso maluco por el resto de tus días. No seas el segundo plato de nadie y tampoco te sientas culpable por sentirte atraída, eres una mujer. Pero te diferencias de la hembra animal en que sabes apreciar lo sabroso que es la libertad de ser amada en el primer lugar, sin esclavitudes malsanas. Quién te quiere, te respeta, no te hace daño y actúa con sinceridad."

Hasta el próximo lunes. Un gran abrazo.

Marielisa Pacheco Montilla
Licenciada en Psicología Mención Clínica
Boconó Estado Trujillo, Venezuela.

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Bibliografía:
1. Velasco, F. Triángulos amorosos. México. 2006.
2. Barraca, J. Una forma de dependencia emocional. El síndrome de Fortunata. Chile. 2015.
3. Castillero, O. Síndrome de Fortunata. Síntomas, causas y tratamiento. www.psicologiaymente.

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