Que triste es para las persona como yo, querer sentirse útil en un país que tanto necesita y no poder satisfacer esa necesidad de hacer algo bueno, en lo que a cada quien le corresponda de acuerdo a su preparación o aptitud.
Es triste ver como es destruido nuestro buen vivir, cultura, ambiente, educación, valores, amor por las cosas buenas de la vida.
Recuerdo cuando niño las sonrisas en los rostros de las mayorías de las personas, buenos, excelentes maestros y profesores que te enseñaban en los ambientes educativos. La disciplina que aprendías en tu casa, el respeto a los mayores, a los vecinos, a ser generosos, ahora es triste ver donde quedó todo eso y solo por preguntar, ya eres enemigo del sistema.
Que buena broma, ahora no poder ni siquiera expresar la impotencia que sentimos muchos venezolanos sin tilde político ante la destrucción del sistema educativo que es la columna vertebral de todo el desarrollo futuro de una nación.
-¿Para qué destruir un país con bombas atómicas? Preguntó alguien en una oportunidad, respondiéndose a sí mismo que solo había que destruir el sistema educativo y esperar.
Perdimos ante nuestra mirada todo eso y otros valores. Todos somos culpables. Y los más afectados de todo este absurdo embrollo político son los niños, los adolescentes que se están quedando con los sueños truncados en un país que sigue perdiendo y perdiendo.
Si no se construye urgentemente un sistema educativo de calidad, perdemos todo y lo más triste es que todos dependemos de un sistema político deprimente en un país herido de muerte.
Lamentablemente es la realidad que vivimos día a día y muchos para poder sobrevivir pierden a grandes pasos la poca conciencia que habita entre nosotros.
Siempre he repetido en varios escritos y conferencias que el problema del mundo se resume en solo uno:La pérdida de la conciencia.
Si la conciencia habitara en nuestras mentes, cuerpos y almas, entonces no existiría ningún otro problema.
Escrito por @BaldemarEPerezl.
@Elprofebaldemar.
Lo que impide la acción anticipa la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino. Marco Aurelio
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