Hoy la iglesia da inicio con la conmemoración del Tríduo Pascual. Pascua que significa "paso del Dios que libera" y tríduo que significa la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Es por esto que la liturgia de la palabra destaca cuatro aspectos importantísimos en la vida de fe del pueblo cristiano:
1. La Última cena de Jesús con los discípulos.
2. El lavatorio de los pies.
3 . La Institución de la Eucaristía y el Sacerdocio.
4. La oración de Jesús en el Getsemaní.
Esta vez, meditaremos la cita bíblica tomada de Juan 13, 1-15 y nos quedaremos con dos escenas del texto:
1. Lo que sabía Jesús: Jesús sabía que iba a ser traicionado y negado. Sabía que había llegado su hora y que siendo autoridad, ”el Padre le había puesto todo en sus manos, había salido de Dios y a Dios volvía."
2. El diálogo de Jesús con Pedro: "Jesús se puso a lavar los pies a los discípulos." Le toca el turno a Pedro, éste se niega. Jesús le explica el para qué del lavatorio, Pedro acepta y le responde: "Señor, no solo lávame los pies, sino hasta las manos y la cabeza."
En la primera escena, nos encontramos con Jesús que ama sin medida. Conocedor de la traición, el engaño, la maldad, Él continúa aceptando la voluntad del Padre y entregándose por amor, hacia cada uno. ¿Cuántas veces, en mi vida, ha ocurrido al revés? Sé que me expongo, de quién me rodeo, hasta dónde puedo llegar y ¡Zas! No agarro consejo, juego a ser valiente, juego con fuego, sabiendo que me voy a quemar ¿Qué pasó? Me fue mal y bien mal. O, creyendo que sabía: olvidé amar, servir, hacer el bien, dejé pasar el tiempo. Ahora, la vida se acorta, son menos las oportunidades y las personas que quiero ya no están.
Sobre la segunda escena: Sabemos que los pies son lo más antihigiénico del cuerpo; la parte más sucia, andan por el suelo, recogen inmundicia y hasta por su paso, se puede contraer infecciones y si hay charcos, peor. ¿Pudiéra hacer un símil de los pies con mi alma? Mi alma también puede ensuciarse: con pensamientos, palabras, obras, omisiones y ser, como dice Santa Teresa de Jesús, invadida por las sabandijas para referirse al pecado. Entonces, cuando esto sucede, me lleno de amargura, de tristeza, pierdo la paz, la felicidad y merma mi capacidad para servir y amar.
¿Ahora comprendo para qué Jesús insistía en lavar los pies a los discípulos y a Pedro? ¡Yo también necesito que Jesús me lave los pies! Y en tiempos de Pandemia y de la situación país, más rápido. Me quejo de todo, todo el mundo me cae mal, hasta el perro es culpable de lo malo que pasa. ¿Qué área de tu vida y de tu historia personal quieres que Jesús lave? ¿A quién quieres ayudar para que experimente el lavatorio de su alma y se de la oportunidad de levantarse y de volver a empezar?
Decía esta tarde el Padre Francesco, en la misa transmitida por la radio: "el pecado no le hace daño a Dios, ni Dios se alegra con él. Dedícate a ser como una velita. Que se desgasta, poco a poco, alumbrando a los demás. O como la sal que da sabor."
Tradicionalmente, el Jueves Santo en la noche nos reuníamos en los templos con devoción para alabar, suplicar, pedir perdón y dar gracias a Dios por los dones y gracias recibidos. En vista del confinamiento, no podemos visitarlos, pero sí podemos hacer de nuestros hogares una iglesia doméstica. En silencio y recogimiento, te invito a que con tu familia o contigo mismo, tomes el tiempo para leer completo el pasaje bíblico, luego cierra los ojos, repasa cada escena, ponte en el lugar de Jesús, de los discípulos, de Pedro y de Judas y pregúntate qué te dice a tí cada uno, qué te dice el texto y qué respondes. Puedes leer la cita varias veces, con actitud de silencio, escucha y de encontrarte con el Señor.
Para finalizar, te invito a sentir el amoroso abrazo de Jesús. Pronuncia con serenidad, una y otra vez, la siguiente oración: "Señor Jesús, quiero palpitar con tu corazón. Ven, y a mí también, lávame los pies." Amén.
Escrito por la psicologo Marielisa Pacheco
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