Boconó ha sido desde siempre cuna de grandes talentos,
hombres y mujeres que inflan de orgullo al gentilicio trujillano y esto quedó
demostrado una vez más en el mes de octubre cuando la doctora Josefa Zambrano
Espinosa ingresó a la Academia Venezolana de la Lengua, convirtiéndose en la
primera escritora boconesa y trujillana que lo logra.
Zambrano es abogada con posgrado en Criminología en la
Universidad Complutense de Madrid, profesora de la Universidad Nacional
Experimental Simón Rodríguez y de la Universidad Central de Venezuela; además
de cuentista y ensayista, ha escrito al menos cuatro libros.
Al respecto, Noticias Momoy logró una exquisita entrevista
con Zambrano en la que calificó como “un inmerecido y grande honor” el ingreso
a la Academia Venezolana de la Lengua.
De igual forma, en esta conversación escudriñó en sus
recuerdos sobre Boconó, rodeada de una familia que “eran ortodoxamente
católicos” y yendo de la mano del recordado sacerdote Nicolás María Espinosa
Espinosa, quien por años la llenó de historias y por ello dice que “así conocí
ese fantástico universo donde moran los momoyes, los suqueses, los encantos,
las ánimas; los poderes del díctamo real y de los mojanes, señores de los
páramos, que entienden el lenguaje de las flores, los pájaros y los animales
salvajes”.
Justamente en Boconó fue donde encontró también la pasión
por la lectura, allí leyó por primera vez “El Quijote y Las mil y una noches” y
además se disfrutó lo que considera la época dorada del municipio, esa donde
eran habituales las conferencias de figuras como Oscar Sambrano Urdaneta o Ramón
Palomares, Joaquín Gabaldón Márquez o las exposiciones de Régulo Pérez, y Armando
Track.
Actualmente, invita a los jóvenes a leer pues “no hay nada
tan delicioso como tocar un libro, sentir la textura del papel, oler la tinta y
devorar con avidez todo cuanto dicen sus páginas”.
A continuación la entrevista íntegra:
¿Qué representa para usted ser parte de la Academia
Venezolana de la Lengua?
Ser la primera escritora boconesa, mujer trujillana, en
haber sido seleccionada como miembro correspondiente por el estado Trujillo de
la Academia Venezolana de la Lengua correspondiente de la Real Academia
Española, constituye para mí un gran honor. Un inmerecido y grande honor;
además de una enorme responsabilidad con la comarca que me vio nacer.
Responsabilidad que tiene que ver no solo con el quehacer escritural sino con
la preservación de la riqueza y dinamismo de una lengua que hablamos casi 600 millones
de personas en el mundo. Lengua en la que se funden todos esos vernaculismos
que la acrecientan y que arraigan nuestra idiosincrasia boconesa, trujillana,
andina venezolana.
Siempre he creído que la verdadera nacionalidad es la que nos da la lengua que hablamos, de ahí que crea y haga absolutamente mías las palabras de Martin Heidegger: ‹‹El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el ser humano››. Por eso vivo con horror la destrucción y empobrecimiento que se hace diariamente del lenguaje, pues sabemos que si el lenguaje es la expresión del pensamiento, al ser aquel misérrimo este lo es más y, en consecuencia, nos convierte en serviles esclavos sometidos al imperio de esa “neolengua” de que nos habla Orwell
¿Qué la ha motivado tomar como referencia para su investigación a la cronista Lourdes Dubuc de Isea?
Doña Lourdes Dubuc de Isea no solo es la Cronista del
municipio Boconó del estado Trujillo y decana de los cronistas venezolanos,
sino la Gran Dama de la Cultura y las Letras no solo boconesas sino
venezolanas. Doña Lourdes es una larga y extraordinaria vida dedicada al
quehacer literario y cultural, periodístico y cronístico, ecológico y de acción
social, que enaltecen su trujillanidad.
Autora de una obra etnolingüistíca (Sambrano Urdaneta dixit)
universalmente invaluable: Romería por el folklore boconés (ULA, Mérida, 1966).
Además, ha escrito Eusebio Baptista: una semilla en el aire (1968); Bolívar,
Periodista (1971); Homero Leonardi, Patrimonio del Viento (1980); San Miguel
Arcángel de Burucay (1976); Jen Tabis Cari Cabisut (21 modos de ganarse la Vida
(1984); Cuentos de Animales en un bosque azul (1993); y como desde 1967 se
desempeña como, bien lo has dicho, Cronista de la ciudad de Boconó, realizando
una tarea que ha dado su fruto en otra obra única en su género: Proclamación de
la Heredad. Boconó: Estancias y vivencias (Boconó, Trujillo, 1998), así como
también Del imaginario popular. Palabra y memoria colectiva (2007).
Además, Lourdes Dubuc de Isea es Boconó y Boconó es Lourdes
Dubuc de Isea. Solo basta recordar que ha sido la presidenta fundadora del
Ateneo de Boconó (1957-1961); editora y directora de Tiempo y Letra
(1958-1964); Cronista Oficial del Municipio Boconó desde 1967 hasta nuestros
días, además de ser la decana de los cronistas venezolanos; Individuo de Número
del Centro de Historia del Estado Trujillo; fundadora, asesora y coordinadora
de las ONG del municipio Boconó: Acción Social, Centro de Servicios “Tiscachic”,
Asociación Civil “Elvira Parilli de Senior”. Además, cuenta en su haber que es
en 1985 cuando obtiene su título de Licenciada en Educación, Mención
Planificación Educativa en la Universidad Central de Venezuela y en 1987 cuando
culmina con honores la Maestría en
Andragogía en la Universidad Rafael Urdaneta.
¿Cuál es su mejor recuerdo de Boconó?
Mis mejores recuerdos de Boconó transcurren en ese tiempo en
que, como me lo ha confesado doña Lourdes, Boconó vivió su época dorada. ¡Su
Edad de Oro! Tiempo que va desde mis 6 años hasta los 15 cuando dejé mi valle
rodeado de montañas verdes y azules que un día se transformó en pueblo, donde
cada ventana regala su sonrisa al paisaje y a la brisa.
Es en mi infancia cuando comienza mi relación con la
literatura, ya que mi vida giraba alrededor de la religión, pues mis mayores
eran ortodoxamente católicos, los narradores orales y los libros. Como me crie
entre la casa materna, que no era otra que la cural pues mi tío, el presbítero
Nicolás María Espinosa Espinosa, era el vicario foráneo de la iglesia matriz de
San Alejo, y la hacienda “Villa Amparo”,
una bellísima finca cafetalera que dirigía mi adorada tía Filomena Espinosa
Espinosa, los primeros años escolares los hice en una escuelita unitaria cuya
maestra era mi tía Caridad Espinosa Araujo, a la que asistía montada en un
burro llamado Fermín conducido por uno de los peones de la hacienda, y esa era
la mejor parte, ya que me contaba muchas historias a lo largo del trayecto. Así
conocí ese fantástico universo donde moran los momoyes, los suqueses, los
encantos, las ánimas; los poderes del díctamo real y de los mojanes, señores de
los páramos, que entienden el lenguaje de las flores, los pájaros y los animales
salvajes.
Luego, cuando comencé
en el colegio Nuestra Señora de Fátima, vivía en la casa cural con mi abuela,
mi tío Nicolás María y mis amadas tías Juanita y Josefa, y comenzó mi relación
con los libros en la biblioteca de mi tío el presbítero Nicolás María Espinosa
Espinosa. Cuando falleció mi abuela, mi tía Filomena dejó la hacienda y se vino
a vivir con sus hermanos, entonces yo ya tenía 11 años. Fue cuando leí por vez
primera El Quijote y Las mil y una noches. Coleccionaba y devoraba los
suplementos de Superman, Batman, Aquaman, Marvila, La pequeña Lulú. Adoraba ir
al cine en el “Atenas” y el “Teatro Boconó”. Y cuando el Ateneo de Boconó abrió
sus puertas, fue la gloria para mí. Como mis mayores sabían que al frente del
ateneo estaban doña Lourdes Dubuc de Isea, doña Myriam Sambrano Urdaneta de
Urosa y otras distinguidas y honorables damas boconesas, me dejaban ir siempre.
Así asistí a conferencias dictadas por Oscar Sambrano Urdaneta, Ramón
Palomares, Joaquín Gabaldón Márquez, etc. Exposiciones de Régulo Pérez, Armando
Track, Francisco Hung. Conciertos de Fedora Alemán, Morella Múñoz, Eva María
Zuck, Judith Jaimes, Monique Duphil. Danza moderna con nada menos y nada más
que Sonia Sanoja. Vi El zoo de cristal de Tennessee Williams. Y en 1963, Año
Cuatricentenario, Boconó fue la capital cultural de Venezuela. Realmente fue su
época dorada. ¡Su Edad de Oro! Una época que marcó mi vida y permanecerá
vigente en mi memoria para siempre.
¿Qué significa para usted ser trujillana y
particularmente boconesa?
Soy boconesa, y por ende, trujillana de alma, vida y
tradición. Ser boconés implica haber convivido desde antes de nacer y, desde
luego, hasta el último de nuestros días con todo lo que la espiritualidad de la
montaña y la neblina, de las serenas y misteriosas lagunas, de las rumorosas
quebradas y de los no siempre mansos ríos ha transmitido, de generación en
generación, desde arcaicos e ignotos
tiempos. Ser boconés es, en fin, haber hecho introyección de nuestras supersticiones,
dejo, idiolecto, vernaculismos o palabras o usos propios del español hablado en
nuestra comarca, gastronomía, costumbres,
etc.
De ahí que considere que Romería por el folklore boconés de
Lourdes Dubuc de Isea es el libro que constituye la Torá, el Pentateuco
del pueblo boconés, pues, gracias a tan
magnífica obra podemos dar vida al aforismo de Juan Ramón Jiménez: ‹‹Raíces y
alas, pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen››.
Antes que
nada debo decirte que Internet es como la luna, tiene dos caras, una visible y
otra oculta. Todo depende del buen o mal uso que se le dé. Vivimos en una época
que todo, absolutamente todo depende de esta red informática mundial, que en su
cara visible nos permite conexión en cuestión de segundos y sin límite de
distancias con familiares, amigos, entidades financieras, universidades,
museos, bibliotecas, organismos multilaterales, libros y revistas electrónicas,
conciertos, etc. Asimismo, la cara oculta, oscura, alejada permite entrar en
contacto con la abyección, la protervia, es decir, con lo más perverso, vil y
despreciable del ser humano; así como también con toneladas de desinformación.
Y ya que te hablo de esta doble faz, debo referirme
igualmente a Jano, ese antiguo dios romano, ambivalente de dos caras adosadas.
Doble rostro que mira tanto a la derecha como a la izquierda, tanto arriba como
abajo, tanto adentro como afuera, tanto delante como atrás; encarnación de la
vigilancia elevada a su máxima expresión, del ilimitado control social,
cultural y político. Control absoluto que aniquila la libertad de pensar y
actuar, tal como lo hace el Gran Hermano en 1984 la distópica novela de George
Orwell, que cada día se hace más real en regímenes como el chino, ruso o iraní
y otros...
Hoy en día, después de haber convertido las aulas en el
reino de las laptops, tabletas y teléfonos inteligentes, en países como Suecia,
Holanda y otros más se dieron cuenta de que el rendimiento de los escolares
había descendido considerablemente y los más afectados eran los niveles de
comprensión, así que la mayoría de los despachos y especialistas en educación
han regresado a los libros; libros de tinta y papel nacidos en las imprentas de
las casas editoriales. Además, no hay nada tan delicioso como tocar un libro,
sentir la textura del papel, oler la tinta y devorar con avidez todo cuanto
dicen sus páginas. Creo que para aprender a amar a los libros como a nosotros
mismos, todos debemos leer y releer esa joya bibliográfica de Irene Vallejo, El
infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo (Siruela,
2019).
De ahí que lo que recomiendo a los jóvenes es leer, leer
mucho, tanto a los clásicos como a los grandes autores contemporáneos, sin
importar la lengua siempre que sean excelentes traducciones a la nuestra. Deben
aprender a leer, a comprender lo que quiso decir el autor. Se enseña a leer
pero nadie enseña a escribir porque, aunque a escribir se aprende leyendo,
escribir es un don, y como dice Truman Capote en Música para camaleones:
‹‹Luego, un día, empecé a escribir, sin saber que me había encadenado, de por
vida, a un amo noble pero despiadado. Cuando Dios nos ofrece un don, al mismo
tiempo nos entrega un látigo, y éste sólo tiene por finalidad la
autoflagelación››.
Reportaje de Bernardo Luzardo – CNP 25.123
Entrevista llena de recuerdos, de una filosofía de vida marcada por el amor a la tierra, a los ancestros, al país; y al lenguaje, don maravilloso. Felicitamos a doña Josefa Zambrano Espinoza, merecedora de esa alta distinción académica. Destacamos también la valoración de la obra de doña Lourdes Dubuc de Isea, tema del discurso de doña Josefa. Muchas felicitaciones a la nueva académica miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por el estado Trujillo. También felicitamos al periodista Bernardo Luzardo por la alta calidad de su entrevista.
ResponderEliminarRosalina García de Jiménez