Una boconesa en la Academia Venezolana de la Lengua: Josefa Zambrano Espinosa - Noticias Momoy

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miércoles, 15 de noviembre de 2023

Una boconesa en la Academia Venezolana de la Lengua: Josefa Zambrano Espinosa

 


Boconó ha sido desde siempre cuna de grandes talentos, hombres y mujeres que inflan de orgullo al gentilicio trujillano y esto quedó demostrado una vez más en el mes de octubre cuando la doctora Josefa Zambrano Espinosa ingresó a la Academia Venezolana de la Lengua, convirtiéndose en la primera escritora boconesa y trujillana que lo logra.


Zambrano es abogada con posgrado en Criminología en la Universidad Complutense de Madrid, profesora de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez y de la Universidad Central de Venezuela; además de cuentista y ensayista, ha escrito al menos cuatro libros.


Al respecto, Noticias Momoy logró una exquisita entrevista con Zambrano en la que calificó como “un inmerecido y grande honor” el ingreso a la Academia Venezolana de la Lengua.


De igual forma, en esta conversación escudriñó en sus recuerdos sobre Boconó, rodeada de una familia que “eran ortodoxamente católicos” y yendo de la mano del recordado sacerdote Nicolás María Espinosa Espinosa, quien por años la llenó de historias y por ello dice que “así conocí ese fantástico universo donde moran los momoyes, los suqueses, los encantos, las ánimas; los poderes del díctamo real y de los mojanes, señores de los páramos, que entienden el lenguaje de las flores, los pájaros y los animales salvajes”.


Justamente en Boconó fue donde encontró también la pasión por la lectura, allí leyó por primera vez “El Quijote y Las mil y una noches” y además se disfrutó lo que considera la época dorada del municipio, esa donde eran habituales las conferencias de figuras como Oscar Sambrano Urdaneta o Ramón Palomares, Joaquín Gabaldón Márquez o las exposiciones de Régulo Pérez, y Armando Track.


Actualmente, invita a los jóvenes a leer pues “no hay nada tan delicioso como tocar un libro, sentir la textura del papel, oler la tinta y devorar con avidez todo cuanto dicen sus páginas”.


A continuación la entrevista íntegra:

 

¿Qué representa para usted ser parte de la Academia Venezolana de la Lengua?

Ser la primera escritora boconesa, mujer trujillana, en haber sido seleccionada como miembro correspondiente por el estado Trujillo de la Academia Venezolana de la Lengua correspondiente de la Real Academia Española, constituye para mí un gran honor. Un inmerecido y grande honor; además de una enorme responsabilidad con la comarca que me vio nacer. Responsabilidad que tiene que ver no solo con el quehacer escritural sino con la preservación de la riqueza y dinamismo de una lengua que hablamos casi 600 millones de personas en el mundo. Lengua en la que se funden todos esos vernaculismos que la acrecientan y que arraigan nuestra idiosincrasia boconesa, trujillana, andina venezolana.


Siempre he creído que la verdadera nacionalidad es la que nos da la lengua que hablamos, de ahí que crea y haga absolutamente mías las palabras de Martin Heidegger: ‹‹El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el ser humano››. Por eso vivo con horror la destrucción y empobrecimiento que se hace diariamente del lenguaje, pues sabemos que si el lenguaje es la expresión del pensamiento, al ser aquel misérrimo este lo es más y, en consecuencia, nos convierte en serviles esclavos sometidos al imperio de esa “neolengua” de que nos habla Orwell

 


¿Qué la ha motivado tomar como referencia para su investigación a la cronista Lourdes Dubuc de Isea?


Doña Lourdes Dubuc de Isea no solo es la Cronista del municipio Boconó del estado Trujillo y decana de los cronistas venezolanos, sino la Gran Dama de la Cultura y las Letras no solo boconesas sino venezolanas. Doña Lourdes es una larga y extraordinaria vida dedicada al quehacer literario y cultural, periodístico y cronístico, ecológico y de acción social, que enaltecen su trujillanidad.


Autora de una obra etnolingüistíca (Sambrano Urdaneta dixit) universalmente invaluable: Romería por el folklore boconés (ULA, Mérida, 1966). Además, ha escrito Eusebio Baptista: una semilla en el aire (1968); Bolívar, Periodista (1971); Homero Leonardi, Patrimonio del Viento (1980); San Miguel Arcángel de Burucay (1976); Jen Tabis Cari Cabisut (21 modos de ganarse la Vida (1984); Cuentos de Animales en un bosque azul (1993); y como desde 1967 se desempeña como, bien lo has dicho, Cronista de la ciudad de Boconó, realizando una tarea que ha dado su fruto en otra obra única en su género: Proclamación de la Heredad. Boconó: Estancias y vivencias (Boconó, Trujillo, 1998), así como también Del imaginario popular. Palabra y memoria colectiva (2007).


Como me lo ha confesado doña Lourdes, Boconó vivió en ese tiempo su época dorada. ¡Su Edad de Oro! Época en que gracias a mujeres como Lourdes Dubuc de Isea -quien fue su fundadora y directora-, Myriam Sambrano Urdaneta de Urosa, Carmen Iturrieta de Pino, entre otras damas boconesas, en Boconó se publicó Tiempo y Letra, quizás un periódico muy singular pues era editado exclusivamente por mujeres, aunque en sus páginas publicaban las plumas más reconocidas de la literatura y la intelectualidad venezolana de su tiempo; páginas que devoró mi infancia ávida de conocimientos. Quincenario del cual Pablo Neruda expresó: ‹‹“Tiempo y Letra” florece en Boconó, entre las altas montañas, y es una flor de papel alimentada por un substrato profundo de inquietud y cultura. ¿Cómo se mantiene tan alto? Por la voluntad de un grupo compacto y valiente de mujeres. ¡Salud a ellas! ¡Viva la luz!››.

Además, Lourdes Dubuc de Isea es Boconó y Boconó es Lourdes Dubuc de Isea. Solo basta recordar que ha sido la presidenta fundadora del Ateneo de Boconó (1957-1961); editora y directora de Tiempo y Letra (1958-1964); Cronista Oficial del Municipio Boconó desde 1967 hasta nuestros días, además de ser la decana de los cronistas venezolanos; Individuo de Número del Centro de Historia del Estado Trujillo; fundadora, asesora y coordinadora de las ONG del municipio Boconó: Acción Social, Centro de Servicios “Tiscachic”, Asociación Civil “Elvira Parilli de Senior”. Además, cuenta en su haber que es en 1985 cuando obtiene su título de Licenciada en Educación, Mención Planificación Educativa en la Universidad Central de Venezuela y en 1987 cuando culmina con honores la Maestría en  Andragogía en la Universidad Rafael Urdaneta.

 

 ¿Cuál es su mejor recuerdo de Boconó?

Mis mejores recuerdos de Boconó transcurren en ese tiempo en que, como me lo ha confesado doña Lourdes, Boconó vivió su época dorada. ¡Su Edad de Oro! Tiempo que va desde mis 6 años hasta los 15 cuando dejé mi valle rodeado de montañas verdes y azules que un día se transformó en pueblo, donde cada ventana regala su sonrisa al paisaje y a la brisa.


Es en mi infancia cuando comienza mi relación con la literatura, ya que mi vida giraba alrededor de la religión, pues mis mayores eran ortodoxamente católicos, los narradores orales y los libros. Como me crie entre la casa materna, que no era otra que la cural pues mi tío, el presbítero Nicolás María Espinosa Espinosa, era el vicario foráneo de la iglesia matriz de San Alejo,  y la hacienda “Villa Amparo”, una bellísima finca cafetalera que dirigía mi adorada tía Filomena Espinosa Espinosa, los primeros años escolares los hice en una escuelita unitaria cuya maestra era mi tía Caridad Espinosa Araujo, a la que asistía montada en un burro llamado Fermín conducido por uno de los peones de la hacienda, y esa era la mejor parte, ya que me contaba muchas historias a lo largo del trayecto. Así conocí ese fantástico universo donde moran los momoyes, los suqueses, los encantos, las ánimas; los poderes del díctamo real y de los mojanes, señores de los páramos, que entienden el lenguaje de las flores, los pájaros y los animales salvajes.


 Luego, cuando comencé en el colegio Nuestra Señora de Fátima, vivía en la casa cural con mi abuela, mi tío Nicolás María y mis amadas tías Juanita y Josefa, y comenzó mi relación con los libros en la biblioteca de mi tío el presbítero Nicolás María Espinosa Espinosa. Cuando falleció mi abuela, mi tía Filomena dejó la hacienda y se vino a vivir con sus hermanos, entonces yo ya tenía 11 años. Fue cuando leí por vez primera El Quijote y Las mil y una noches. Coleccionaba y devoraba los suplementos de Superman, Batman, Aquaman, Marvila, La pequeña Lulú. Adoraba ir al cine en el “Atenas” y el “Teatro Boconó”. Y cuando el Ateneo de Boconó abrió sus puertas, fue la gloria para mí. Como mis mayores sabían que al frente del ateneo estaban doña Lourdes Dubuc de Isea, doña Myriam Sambrano Urdaneta de Urosa y otras distinguidas y honorables damas boconesas, me dejaban ir siempre. Así asistí a conferencias dictadas por Oscar Sambrano Urdaneta, Ramón Palomares, Joaquín Gabaldón Márquez, etc. Exposiciones de Régulo Pérez, Armando Track, Francisco Hung. Conciertos de Fedora Alemán, Morella Múñoz, Eva María Zuck, Judith Jaimes, Monique Duphil. Danza moderna con nada menos y nada más que Sonia Sanoja. Vi El zoo de cristal de Tennessee Williams. Y en 1963, Año Cuatricentenario, Boconó fue la capital cultural de Venezuela. Realmente fue su época dorada. ¡Su Edad de Oro! Una época que marcó mi vida y permanecerá vigente en mi memoria para siempre.

 


¿Qué significa para usted ser trujillana y particularmente boconesa?


Soy boconesa, y por ende, trujillana de alma, vida y tradición. Ser boconés implica haber convivido desde antes de nacer y, desde luego, hasta el último de nuestros días con todo lo que la espiritualidad de la montaña y la neblina, de las serenas y misteriosas lagunas, de las rumorosas quebradas y de los no siempre mansos ríos ha transmitido, de generación en generación, desde arcaicos e  ignotos tiempos. Ser boconés es, en fin, haber hecho introyección de nuestras supersticiones, dejo, idiolecto, vernaculismos o palabras o usos propios del español hablado en nuestra comarca, gastronomía, costumbres,  etc.


De ahí que considere que Romería por el folklore boconés de Lourdes Dubuc de Isea es el libro que constituye la Torá, el Pentateuco del  pueblo boconés, pues, gracias a tan magnífica obra podemos dar vida al aforismo de Juan Ramón Jiménez: ‹‹Raíces y alas, pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen››.


 ¿En un mundo lleno de tecnología y dónde quizás nuestra lengua se ha descuidado un poco, cuál es el mensaje que envía principalmente a los jóvenes?


Antes que nada debo decirte que Internet es como la luna, tiene dos caras, una visible y otra oculta. Todo depende del buen o mal uso que se le dé. Vivimos en una época que todo, absolutamente todo depende de esta red informática mundial, que en su cara visible nos permite conexión en cuestión de segundos y sin límite de distancias con familiares, amigos, entidades financieras, universidades, museos, bibliotecas, organismos multilaterales, libros y revistas electrónicas, conciertos, etc. Asimismo, la cara oculta, oscura, alejada permite entrar en contacto con la abyección, la protervia, es decir, con lo más perverso, vil y despreciable del ser humano; así como también con toneladas de desinformación.


Y ya que te hablo de esta doble faz, debo referirme igualmente a Jano, ese antiguo dios romano, ambivalente de dos caras adosadas. Doble rostro que mira tanto a la derecha como a la izquierda, tanto arriba como abajo, tanto adentro como afuera, tanto delante como atrás; encarnación de la vigilancia elevada a su máxima expresión, del ilimitado control social, cultural y político. Control absoluto que aniquila la libertad de pensar y actuar, tal como lo hace el Gran Hermano en 1984 la distópica novela de George Orwell, que cada día se hace más real en regímenes como el chino, ruso o iraní y otros...


Hoy en día, después de haber convertido las aulas en el reino de las laptops, tabletas y teléfonos inteligentes, en países como Suecia, Holanda y otros más se dieron cuenta de que el rendimiento de los escolares había descendido considerablemente y los más afectados eran los niveles de comprensión, así que la mayoría de los despachos y especialistas en educación han regresado a los libros; libros de tinta y papel nacidos en las imprentas de las casas editoriales. Además, no hay nada tan delicioso como tocar un libro, sentir la textura del papel, oler la tinta y devorar con avidez todo cuanto dicen sus páginas. Creo que para aprender a amar a los libros como a nosotros mismos, todos debemos leer y releer esa joya bibliográfica de Irene Vallejo, El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo (Siruela, 2019).


De ahí que lo que recomiendo a los jóvenes es leer, leer mucho, tanto a los clásicos como a los grandes autores contemporáneos, sin importar la lengua siempre que sean excelentes traducciones a la nuestra. Deben aprender a leer, a comprender lo que quiso decir el autor. Se enseña a leer pero nadie enseña a escribir porque, aunque a escribir se aprende leyendo, escribir es un don, y como dice Truman Capote en Música para camaleones: ‹‹Luego, un día, empecé a escribir, sin saber que me había encadenado, de por vida, a un amo noble pero despiadado. Cuando Dios nos ofrece un don, al mismo tiempo nos entrega un látigo, y éste sólo tiene por finalidad la autoflagelación››.

 

Reportaje de Bernardo Luzardo – CNP 25.123

1 comentario:

  1. Entrevista llena de recuerdos, de una filosofía de vida marcada por el amor a la tierra, a los ancestros, al país; y al lenguaje, don maravilloso. Felicitamos a doña Josefa Zambrano Espinoza, merecedora de esa alta distinción académica. Destacamos también la valoración de la obra de doña Lourdes Dubuc de Isea, tema del discurso de doña Josefa. Muchas felicitaciones a la nueva académica miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por el estado Trujillo. También felicitamos al periodista Bernardo Luzardo por la alta calidad de su entrevista.
    Rosalina García de Jiménez

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